Niki Lauda pudo ser español

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Al empezar este artículo, en mi cabeza retumban los tiempos en los que Jesús Fraile comentaba la Fórmula 1 en TVE, recordándonos cada gran premio que la madre de Heinz Harald Frentzen  era valenciana y lo muchísimo que le gustaba la paella al germano o bueno, hispano-germano como decía. Pero en estas líneas me gustaría ir más allá para que veamos que en España pudimos tener no sólo un gran campeón de la Fórmula 1, sino un piloto de época y una leyenda viva del automovilismo cuyo físico destruido por las llamas en el viejo Nurburgring dio paso a que las secuelas fueran una seña de identidad tan suya como el lunar de Concha Velasco.

Realmente, Niki Lauda podría haber sido gallego y más concretamente de Loña do Monte. De allí era su abuelo Juan Lauda Crespo, que al emigrar a América tuvo cuatro hijos, entre ellos José Lauda Barbeito. Acaudalado señor y comandante de aviación estadounidense que contrajo matrimonio con una mujer austriaca dando a luz a Andreas Nikolaus Lauda, abreviado como Niki Lauda.
Con la nacionalidad austriaca bajo el brazo siempre lo tuvo claro. No quería seguir los pasos de su padre heredando sus negocios y se dedicó al mundo del motor, en donde sus inicios en la Fórmula 1 con March y BRM no fueron brillantes, obteniendo únicamente dos puntos. Pero algo iba a cambiar para él en el momento que su ex compañero y nuevo piloto de Ferrari Clay Regazzoni habló bien de él en Maranello. Sus dotes técnicas no pasaron desapercibidas y se vistió de rojo aunque sus éxitos y complicado carácter le impidieran agradecer a Regazzoni ser su mentor.

A partir de todo eso ya se sabe la historia. Un mundial con Ferrari, retiro y vuelta con Mclaren para obtener dos cetros más antes de colgar el casco para dedicarse en cuerpo y alma a su recién creada aerolínea. Debe ser que el espíritu empresarial de su familia también hizo mella en él dado que el que supuestamente es su primo y encargado de investigar toda la historia familiar, José Lauda, fue propietario de "Puertas Lauda" en Altamira. Sin duda, una historia curiosa y poco conocida de uno de los mejores pilotos de la historia y a su vez más polémicos. Que a punto estuvo de perder la vida en el infierno verde para volver a las pistas 40 días después en Monza, pudiendo vetar desde el hospital el fichaje de Ronnie Peterson para suplirle (el sueco nunca se lo perdonó) y aprobando la contratación de Carlos Alberto Reuttemann, con quien poco a poco se fue deteriorando la relación por la personalidad difícil del austriaco y el famoso nuevo alerón en Brasil que en principio no quiso Lauda y que poco después reclamó (sin que se lo concedieran) al ver los registros del argentino.