domingo, 8 de febrero de 2015

De la Rosa y su error en Ferrari

La carrera de Pedro de la Rosa ha sido amplia en la Fórmula 1. Y si de algo no le podemos acusar es precisamente de conservadurismo aunque en ciertas ocasiones haya podido dar imagen de acomodo. De hecho, habría que llevar la vista atrás para darnos cuenta de los palos que ha sufrido precisamente por tomar esos riesgos. Dejó en su día su acuerdo con Repsol porque quería embarcarse en un proyecto ambicioso como era el de Jaguar, quería sentirse piloto por sus manos y no por chequera o patrocinadores a sus espaldas. En definitiva, buscaba zafarse de esa imagen de piloto de equipo modesto o tester en una mediana-grande por muy paradójico que suene decir esto.
En aquel año, las opciones que barajó (Prost y Jaguar) eran cada cual más errónea. A la luz apenas habían salido los problemas que atravesaban las dos escuadras y entonces Pedro decidió vestirse de verde, un proyecto de cara ambicioso y cómo darle un no a un Niki Lauda que casi dos años después le clavó un puñal en forma de despido.

Por extraño que suene, irse a Mclaren fue una decisión correcta aunque pareciera lo contrario. Supo ganar protagonismo por encima de Wurz y gracias a esa decisión le vimos en el segundo escalón del podio de Hungría. Sólo la felicidad de ese día, el adelantamiento a Schumacher y el demostrar que podía estar a la altura de Kimi Raikkonen eran suficientes para verle de probador en Mclaren. Su rol ahí era fuerte, con Merchandising inclusive, un equipo que le volvió a abrir las puertas después del fiasco de Sauber, un equipo que puede que se equivocara con la incomprensible decisión de fichar a Kovalainen en 2008 buscando fuera lo que tenía en casa. Pero Pedro era valorado en Mclaren, casi me atrevo a decir que los dos sitios donde consiguió mayor cariño fueron Mclaren y HRT.

En la citada HRT tenía dos años de contrato, y al contrario que Carabante y el infame Colin Kolles, Luis Pérez Sala antepuso su experiencia para liderar el proyecto sin exigirle cantidades desorbitadas en euros. Lástima que el proyecto se derrumbó y De la Rosa buscó acomodo en Ferrari. Parecía una decisión coherente y cabal rechazando otro regreso a Mclaren. ¿Realmente tenía ilusión por vestirse de rojo o sentía coraje de pisar Woking por tercera vez después de irse en dos ocasiones? Eso habría que preguntárselo a él, pero el orgullo de decir que había formado parte de las dos escuderías más importantes de la historia también era digno de mención. Lástima que su rol en Ferrari no fue de tanto peso como en Mclaren, lástima que haya sido una víctima más del “sin rumbo” tomado con los diversos cambios de dirección, personal despedido, etc en busca de responsabilidades sin depurar por deficientes monoplazas. Nunca se podría encontrar objetos de Pedro de Ferrari como sí se podían adquirir en Mclaren. 

Su despedida de Ferrari por la puerta de atrás, sin un comunicado de su departamento de prensa que nos oficialice que el de Cardedeu se encuentra en busca de otros proyectos son el fiel reflejo de que nunca tuvo un gran peso en Ferrari, que fue perdiendo protagonismo hasta no viajar a los Grandes Premios. Y sobre todo, su marcha de Ferrari ha sido una durísima bofetada de realidad para sus seguidores, quienes en su foro oficial algunos confiaban en un volante para él y se encuentran que ya es un imposible hasta conseguir algo como reserva, al menos en una de las grandes. Ha sido la caída en picado de un caché por culpa del enésimo equipo que no supo valorar su trabajo, que hemos pasado de ver a un piloto capaz de ser importante en una grande y perfectamente válido en un equipo de zona alta a observar cómo las ofertas se hacen de rogar o peor aún, pueden ser una quimera. 

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