El
accidente de Fernando Alonso en Montmeló ha empañado las cuatro jornadas de
tests que se han venido celebrando en el trazado catalán. También ha
ensombrecido todas las pruebas e hipótesis de rendimiento que se barajan para
cada equipo con el fin de conocer dónde estará cada cual cuando todo arranque
en Australia.
No es
difícil deducir que la pretemporada está siendo complicada para Mclaren. En
Jerez apenas rodaron y cuando lo hicieron fue con numerosas averías aunadas con
tiempos realmente discretos, y en Montmeló se les presumía más competitividad,
más a la altura de todos los equipos y para los de Woking sería el primer test
serio. Y lo único que hemos visto son tiempos más competitivos, porque los
problemas con el MGU-K lastraron al equipo desde el martes cuando Button empezaba
a sufrirlos. Se esperaba que hasta hoy domingo no llegara una nueva pieza de
dicho componente por lo que había que ir a medio gas en jornadas precedentes.
Ha
llegado el domingo, una jornada donde Fernando Alonso tendría presumiblemente
un trabajo de chinos para recuperar el tiempo perdido. Pero el accidente nos ha
puesto a todos los pelos de punta y sobre todo, saltaban las alarmas cuando el
helicóptero surcaba el cielo de Montmeló rumbo al hospital, donde pasará la
noche en observación con las buenas noticias de que está ileso y nada ha
ocurrido.
En
principio costaba creer la gravedad del accidente. Había sido un golpe a
relativa baja velocidad como comentaba Sebastian Vettel, que justo rodaba
detrás de él. Tras el impacto, el monoplaza se deja ver en un estado de
entereza, lejos de destrozos casi dignos de desguace. Pero sobre todo, cuesta
creer que fuera error del propio piloto. Algunos medios ya especulan que la
nueva unidad MGU-K produjo una descarga eléctrica que hizo a Fernando perder el
conocimiento. Nada descabellado pensarlo aunque su manager, Luis García Abad,
niega esta posibilidad. Sea como fuere, esperamos explicaciones oficiales desde
Mclaren que aclaren todo.
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