Este
año Interlagos no nos ha dejado excesiva emoción. Todo ha ido sobre raíles y
únicamente el adelantamiento de Max Verstappen sobre “Checo “ Pérez
(probablemente el mejor de la temporada) nos ha levantado de nuestros asientos.
Mercedes
ha cumplido su tónica habitual de dominar y por ello han sido ellos los
encargados de escribir el guión. Y en sus páginas las cosas las han dejado muy
claras, querían asegurar el subcampeonato de Rosberg para enfurecimiento de los
jeques árabes que verán todo decidido en Abu Dhabi. Sí, Brasil no ha sido el
final oficial este año, pero si ha sido la conclusión virtual del campeonato ya
con todo sentenciado. Pero mirémoslo por
el lado bueno, en Yas Marina habrá barra libre absoluta para que los Mercedes
breguen, que Hamilton si quiere homenajee a Senna en el desierto a pesar de
haberlo querido hacer en su tierra. Porque poco importa que no le hayan dejado
toser a su compañero. Él, aún sin “Hammertime” y doblando a todo bicho viviente
salvo a Ferrari, ha querido dar muestras de autoridad acercándose a Rosberg,
demostrando quién es el macho alfa de las balas plateadas.
Mientras
los Mercedes están en su mundo y las escuadras empiezan a pensar en 2016, las
pendientes paulistas de Interlagos han escenificado la énesima hecatombe de
Mclaren. Con tokens o sin tokens el motor Honda ha fallado, se prevé mucho
trabajo tanto en Japón como en Woking si desean revertir la situación.
En la
citada zona trasera hemos encontrado inusualmente a Ricciardo. Su entrada en la
vuelta 4 para montar el duro le ha hecho ser el conejillo de indias para ver
hasta donde soportaría ese neumático. Stints largos y un máximo de 26 vueltas
no le han sido suficientes para remontar hasta la zona de puntos, y debería
empezar a preocuparle el gran estado de forma por el que atraviesa Daniil
Kvyat, pocos esperaban que el ruso plantara cara de esta manera al australiano
y se lo está merendando.
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