Manor
apostará por la calidad de Pascal Wehrlein y el dinero que aportará Rio
Haryanto para hacer subsistir a un equipo que con los propulsores Mercedes,
buscará ese salto en la parrilla que le permita ascender hacia la zona media,
sus primeros puntos habituales exceptuando los de Jules Bianchi en Mónaco hace
ahora dos años. Tal vez el equipo ruso
esté haciendo méritos para lograr la fama de equipo cantera y llenar así el
hueco que dejó Minardi hace una década con las simpatías que por aquel entonces
despertaba.
Wehrlein,
apadrinado por Mercedes, debe poner las manos y someterse al duro examen del
gran circo tras demostrar su pericia en el DTM. Llega para foguearse y quién
sabe si pasará de Manor a Mercedes en caso de ausencia en uno de los volantes
titulares plateados. Todo puede ocurrir y debe tomarse el año de su debut muy
en serio, hacer que las miradas que se claven en él se conviertan rápidamente
en halagos y titulares como si logró el malogrado Bianchi.
Por
otra parte, Manor finalmente no tomará la decisión salomónica de rotar el
segundo asiento entre tres pilotos a siete carreras por barba y aceptará el
buen montante económico llegado desde Indonesia. Una nacionalidad poco común en
el mundo del motor (aunque algo más sonada con el propio Haryanto, Gelael o
Philo Paz Armand) y que querrá
potenciarse al mundo con un Rio Haryanto que tampoco es un Yuji Ide, Sakon
Yamamoto, Tarso Marques o Gaston Mazzacane entre otros pilotos con paso
discreto. Pero su palmarés tampoco es brillante y probablemente se haya
estancado en el calificativo de eterna promesa, dando un poco más de
rendimiento en su última temporada en GP2 aunque con la irregularidad como nota
predominante. Únicamente tiene un título de Fórmula BWM europea, ya muy lejano
en el tiempo.
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