martes, 2 de agosto de 2016

El por qué debemos decir "no" al halo


Imagen virtual de cómo un piloto negociaría la mítica subida de Eau Rouge con el halo

Los tests de Silverstone volvieron a sacar a escena el famoso halo protector que llevarán los monoplazas en el futuro. El mismo se pensaba introducir ya en 2017, pero las voces críticas han crecido provocando que se posponga para más adelante.

Son varios motivos los que desde aquí nos impulsan a oponernos al halo:

1)    La estética de los monoplazas empeoraría considerablemente y al espectador le dificultaría la visión del piloto, ya que el mismo es reconocido por su casco.

2)    La visibilidad del piloto mermaría muy considerablemente, y eso a casi 300 por hora es algo inadmisible. La visión de la pista ha de ser clara. Si no nos atrevemos a conducir en lluvia y nos tiramos infinidad de vueltas con el coche de seguridad hasta que el asfalto no está casi seco, ¿por qué introducir un elemento que obligaría a negociar un trazado tirando más de memoria y que impide la visibilidad total con el coche precedente incrementándose el riesgo a la hora de adelantar?

3)   Viendo su configuración, no sabemos si podría darse el caso de que un neumático con trayectoria englobada tras un accidente impactase en la cabeza del piloto. Pero no es nada descabellado sopesar que ese halo tampoco garantiza la anulación del riesgo de sufrir un accidente similar al de Felipe Massa en Hungría durante la temporada 2009, cuando una pieza suelta del Brawn de Rubens Barrichello impactó en su casco.


Dicho esto, el halo, aparte de entrañar un peligro sin poder visionar la pista con la debida nitidez, no aumenta la seguridad todo lo que debiera ante el riesgo de impactos. Y es por ello que deberían valorarse otras alternativas como el cubrir el cockpit como en los prototipos de Le Mans. Se diría que un Fórmula 1 perdería en esencia, pero ganaría en seguridad.

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