En los primeros compases de su nueva estancia en Mclaren,
Fernando Alonso hizo unas fuertes declaraciones. “ Yo fui segundo tres veces
con Ferrari y no quería serlo una cuarta” a lo que añadió “Si Ferrari gana el
mundial cambiaré de opinión”.
Cuanto más pasa el tiempo más cobra fuerza el pensamiento de
que aquellas declaraciones fueron hechas para justificar de alguna manera su
fichaje y todavía fe en Mclaren. Porque seamos realistas. Aunque no se gane un
mundial, a todos los pilotos les encanta luchar por victorias en carreras,
subir al podio, etc. Y eso, a pesar de que el Ferrari no acababa de ir, lo
conseguía Fernando. En cambio, ¿qué hay esta temporada? Un bicampeón con un solitario
punto en un equipo al que únicamente la presencia de los Marussia en el fondo
de la parrilla salva a los de Woking de hacer el más espantoso de los
ridículos, añadiéndole un ambiente enrarecido en el que unos y otros se pasan
la pelota sin asumir responsabilidades de este gran fracaso.
Si echamos la vista atrás, es de recibo reflexionar la causa
o motivo de la ruptura de Alonso con los de Maranello. Allí admitieron que no
preveían hacer un coche ganador en los próximos tres años, vendían un proyecto
a largo plazo que no podía asumir el asturiano pero sí Sebastian Vettel. Por lo
que Alonso, al borde de los 34 años, necesitaba un proyecto que le garantizara
la victoria de manera inmediata, sin esperas ni dilaciones. Por ello fue a
Mclaren, porque parecía una andadura ambiciosa convertida ahora en un “no
proyecto” con cortinas de humo, donde los podios que se vislumbraban a final de
año se han transformado en un “habrá carreras peores que esta” con cara seria y
voz cabizbaja matizado todo con otras declaraciones en las que nos comenta
Fernando que la segunda mitad del campeonato será totalmente diferente para
Mclaren. Pero ¿Diferente en qué? ¿Cuántas mejoras se han prometido sin que nada
llegue mientras mengua la credibilidad?.
Así que a estas alturas, con los únicos cuatro puntos de Button más el pequeño
botín de Alonso en Silverstone, y las ya
asudias eliminaciones en Q1 combinadas con reiterados abandonos, se torna en
imposible pensar en un 2016 esperanzador, y mucho menos en plantar cara a los
Mercedes. Así que apelando al titular diría “Fernando, ni tú piensas lo que
dijiste con aquellas palabras ni los demás podemos creerlas, porque las voces,
los gestos y las miradas dicen más que las lenguas”.
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