domingo, 3 de julio de 2016

La avaricia se pagó cara


Vettel se lo jugó todo a la fiabilidad de su neumático y lo reventó. Siendo ello la muestra de que hoy no era el día de las tácticas arriesgadas. (FOTO: Facebook F1)

Ni lluvia ni polémicas por los pianos en carrera olvidándose de lo ocurrido en calificación. Austria y el Red Bull Ring son capaces de reconciliar con la Fórmula 1 a muchos espectadores escépticos.  Y es que en terreno de las bebidas energéticas, se pueden vivir las sombras de Toro Rosso en calificación salvando Sainz los muebles como podía, o las luces de un Verstappen que intentó jugársela a lo mismo que en Montmeló, pero que esta vez no salió y se tuvo que conformar con el segundo escalón del podio, buen resultado a los ojos de cualquiera menos para su desmedida ambición que nos muestran el camino de un piloto llamado a domar la Fórmula 1 durante muchos años.

Entre Verstappen y Button se debe dirimir el piloto del día. Si del primero ya hemos hablado, el segundo se ha pegado con un Mclaren realmente difícil para atacar a pilotos con mejores prestaciones que las suyas, viéndose en posiciones delanteras e incluso con su breve segunda plaza se convertía en el mejor aliado de Hamilton. El cual parecía caminar a una victoria fácil que a posteriori no fue así. Esperaba líquido elemento y puso sus ultrablandos en las lonas, perdió tiempo y ahí se dejaba parte de sus opciones. Y más aún con el Safety Car provocado por Vettel, que también abonó un alto precio con una táctica totalmente agresiva, llevando sus blandos al límite de la vida hasta que uno de ellos dijo “basta”. Nada que reprochar a Pirelli a sabiendas de que el teutón asumió unos riesgos que no le salieron bien.

Con estos precedentes, y no más de cuatro gotas sobre el asfalto, quedaba claro que el conservadurismo se tornaba en la mejor opción. Rosberg le había birlado la cartera a Hamilton, jugaba de manera inteligente en los doblajes para beneficiarse del DRS y el británico intentaba un undercut un tanto extraño eligiendo un compuesto más duro que el de su compañero de equipo. Para mayor mérito en la caza de su presa, lidió con un Verstappen  sin goma que Rosberg consiguió meterle por medio.

La última vuelta fue la de la polémica. Hamilton vira hacia el hueco en la segunda zona de DRS y ahí Rosberg le cierra al límite del reglamento, recordando vagamente aquella maniobra de Schumacher a Villeneuve en Jerez. El número 6 sale perdiendo y paga los platos rotos no sólo dejando su monoplaza al borde del desnudo, sino cediendo una importante sangría ante Hamilton.

En medio de todo esto, y sin hacer ruido, Pascal Wehrlein hacía de nuevo historia con Manor siendo décimo, completando un fin de semana en el que desde calificación hasta hoy todo le salió redondo. El único botín que había logrado este equipo fue hace dos años con Jules Bianchi y su novena plaza con la que sumaron dos puntos. 

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