Hay
pruebas concretas, fines de semana o lo que sea que pueden catapultar a un
piloto, marcar su vida deportiva. Y eso es lo que trato en esta ocasión con
Fernando Alonso y dejando aquí visible su primera victoria en la extinta
Fórmula 3000 lograda en Spa. Y hacerlo ante pilotos de la talla del a la postre
campeón Bruno Junqueira, Mark Webber, Sebastien Bourdais, Justin Wilson, Christijan
Albers, Frank Montagny, Enrique Bernoldi o el protegido por Red Bull (entonces
filial de Sauber) Ricardo Mauricio tiene su mérito para un piloto que llegaba
como un gran talento, que meses antes había impresionado con su primer test en
Minardi pero que le faltaba ese despegue que se produjo en el trazado belga.
Aunque
la prueba pueda parecer cómoda y de ritmo muy superior por parte de Fernando
Alonso, en la salida se las tuvo tiesas con su compañero en el equipo en
Astromega, Marc Goosens. Impresionante es ver como ninguno de los dos estaba
dispuesto a levantar el pie en Eau Rouge saliendo perjudicado el belga mientras
que el asturiano ya afrontaba como líder el Radillon. A partir de ahí,
cabalgada en solitario y escalar en la clasificación del certamen para
finalizar cuarto en la general. Pero más que el lugar en final, hay que pensar
en el antes y el después que supuso esta prueba para Fernando Alonso, ya que
pocos se acordaban de que el año anterior venció el Open Telefónica By Nissan
(ahora World Series by Renault) sin hacer todo el campeonato y por un solo
punto sobre Manuel Giao. Tras esto, vino su apadrinamiento por parte de Flavio
Briatore, quien acertó en cederlo a Minardi para que se fogueara a pesar de que
con un coche netamente inferior trajera de cabeza a Giancarlo Fisichella y
Jenson Button como espadas del equipo al que ya pertenecía Fernando. Por
delante de ellos lograba Gran Premio tras Gran Premio la que podemos llamar “pole
de los modestos” a la par que barría primero a Tarso Marques y luego a Alex
Yoong. Pasos muy lógicos para alguien que apuntaba a bicampeonato a pesar de
tener que pasar un 2002 en la sombra como probador en Renault, conociendo los
entresijos de la marca y sirviendo como aliciente para que los Jarno Trulli y
Jenson Button dieran el todo por el todo para convencer a la marca de quién
debía continuar en el la escuadra.
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