Finaliza
la semana y lo hace con el patrón de la Fórmula 1 estallando. Al mandamás y
dueño del tinglado no le gusta lo que ve, hizo caso omiso de la crisis que se
avecinaba para el Gran Circo y ahora tendrá que sufrir las consecuencias. “Esta
Fórmula 1 es una mierda” despachaba como si las cosas no fueran con él o
mereciera estar exento de culpa.
Efectivamente,
la Fórmula 1 pasa por momentos bajos en todos los aspectos, pero no es de
recibo que el dueño de todo ahora quiera escurrir el bulto cuando
vergonzosamente se ha posicionado a favor de equipos o pilotos con sus
declaraciones. Y efectivamente, todo ha decaído cuando vemos adelantamientos
artificiales con el DRS, un reglamento estricto y con lagunas permitiendo que
los pilotos pierdan cantidades insultantes de posiciones por cambiar algo,
sanciones por lances de carrera quitando la emoción de pilotos arrojados,
escapatorias de asfalto que no penalizan el error, parar carreras en caso de
lluvia y un sinfín de cosas que han contribuido a mermarlo todo.
Ahora
bien, volvemos a recalcarlo. Ecclestone tiene también una cuota importante de
responsabilidad en todo lo que ocurre. Es él el que trata de hacer de esto un
deporte de ricos, con derechos abusivos para las TV posibilitando que sólo sea
rentable verla previo pago, entradas que pueden ser el sueldo de un mes y lo
peor de todo, sacrificar trazados míticos con ese espíritu de carreras por
otros en busca del dinero aunque el público escasee. Pero en fin, con medallas
en vez de puntos y dobles puntuaciones en la última prueba intentaremos
solucionarlo todo infructuosamente.
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