Pasearse
cuando hay que pasearse y sacar el martillo cuando hay que sacarlo (lo que en
su equipo denominan el Hammer Time). Así es Lewis Hamilton, quien
paradójicamente ha vivido estas dos situaciones en una misma carrera. Nada
extraño cuando nos hayamos probablemente ante el circuito más exigente del
mundial, alejado de insulsos tilkódromos y escapatorias de asfalto que no penalizan
en su error.
Aunque sea una carrera larga, Singapur nos ofrece siempre espectáculo no sólo porque se agoten las dos horas a nada que pase o porque salga siempre el coche de seguridad, sino porque éste aparece cuando menos se espera, el piloto ha de gestionarlo todo de manera impecable (gasolina, frenos, neumáticos…) y las exigencias físicas son altísimas. Lo que aguantar sin poder ingerir líquido como hoy le ha ocurrido a Kvyat y Magnussen es ya una victoria moral. Máxime cuando son dos rookies que se enfrentaban a la prueba más complicada de sus vidas.
Aunque sea una carrera larga, Singapur nos ofrece siempre espectáculo no sólo porque se agoten las dos horas a nada que pase o porque salga siempre el coche de seguridad, sino porque éste aparece cuando menos se espera, el piloto ha de gestionarlo todo de manera impecable (gasolina, frenos, neumáticos…) y las exigencias físicas son altísimas. Lo que aguantar sin poder ingerir líquido como hoy le ha ocurrido a Kvyat y Magnussen es ya una victoria moral. Máxime cuando son dos rookies que se enfrentaban a la prueba más complicada de sus vidas.
Volviendo
al Gran premio en sí, desde luego que Pedro de la Rosa tenía razón en su
retransmisión de Antena 3. La suerte en los equipos se termina igualando, y lo
que al principio eran lamentos de Hamilton ahora pasan al box de Rosberg. Y al
equilibrarse todo se aprecia que Hamilton es más sólido que Rosberg y su
liderato es más que merecido actualmente. Y como se ha comentado en el párrafo
de atrás, Hamilton ha tenido que sudar una victoria que parecía plácida. Se
equivocaron al permanecer en pista con el Safety Car pero ¡Qué más da! Somos
los Mercedes, podemos sacar dos segundos por vuelta al resto de los mortales,
permitirnos el lujo de perder momentáneamente la primera plaza y luego “lijar”
a Vettel para ganar con 15 segundos de ventaja. Y en
eso se resume todo este Gran Premio en el que la fiabilidad juega más que nunca
un papel fundamental. Sino que se lo digan a Kobayashi, que le falla el coche y
el cariño de su equipo.
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