jueves, 25 de diciembre de 2014

Dean Stoneman, un campeón moral

Espíritu navideño, época donde muchos sentimientos afloran y en la que las historias que tocan la “patata” como la de Dean Stoneman tienen más énfasis si cabe en cualquier cabeza.
Sin duda, esta ha sido la temporada de Alex Lynn en la GP3. Podríamos decir que en un año ha pasado cuasi del anonimato a darle alas su incursión en el programa de jóvenes pilotos de Red Bull gracias a una victoria en Macao que le cambió la vida.
No sabemos qué hará Lynn en 2015 ni qué planes tiene Red Bull para él, ya que no correrá la misma suerte que Daniil Kvyat, el cual ascendió a la Fórmula 1 después de ganar este certamen y la próxima temporada debutará con el equipo grande después de únicamente un año en el “filial”. Todo un record.

Si Lynn fue el campeón real, Stoneman es un campeón moral con una historia de superación que emociona, un triunfador de la vida después de lo que ha sufrido. A un servidor no le queda de otra que aplaudirle cuando ha sido el único capaz de inquietar en Abu Dhabi a su compatriota en la brega por el título. Pero su experiencia puede valer más que cualquier trofeo que gane otro piloto, ya que todo se remonta al año 2010, donde la suerte le sonreía y ganaba el ya extinto campeonato de Fórmula 2 nada más y nada menos que a un emergente Jolyon Palmer. Todo iba rodado,  test con el equipo Williams de Fórmula 1 y la temporada siguiente se tendría que batir el cobre con “la creme de la creme” de la cantera automovilística en las World Series By Renault (aunque ya tuvo alguna participación en ese mismo 2010). Allí le esperaban los Daniel Ricciardo (iba a ser su compañero en ISR Racing) o Jean Eric Vergne. Y ahí el destino se interpuso en su camino en forma de tumor, obligándole a dejar el automovilismo para emprender la carrera por su vida. ¿Decíamos de tumor?, desgraciadamente hablamos de tumores, ya que se contabilizaron hasta 250 en su cuerpo y algunos de ellos cuasi inmunes a la medicación actual. Los médicos le daba un 50% de posibilidades de supervivencia y él mismo declaraba a los medios tras esta experiencia “estuve a siete días de morir y a dos horas de perder las piernas y los riñones”.


Con el tiempo, las esperanzas de supervivencia se desvanecían y un tratamiento experimental tremendamente agresivo le hizo ver nuevamente la luz aunque no le dieron excesivas opciones para volver a pilotar. Pero ahí estaba su lucha para lograr de nuevo competir, primero en motos acuáticas ganando la Superstock UK,  luego probando en la Porsche Cup británica imponiéndose en las dos mangas y regresando a los monoplazas gracias a la GP3 y mejor imposible al subir al cajón.
Realmente no hacen falta más palabras para definirle que su simple experiencia, no es necesario tirar de palmarés cuando la lucha y la pelea hacen que un hombre como Stoneman no sólo sea admirable, sino que se le puede mirar a los ojos con orgullo al observar que de todo esfuerzo y sufrimiento se puede obtener el fruto. 

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