martes, 30 de diciembre de 2014

La rivalidad en su punto álgido (Parte II)

Finalmente, la guerra Senna-Balestre se solucionó sin que llegara la sangre al río y era el momento de empezar otra nueva temporada. La de 1990.
En ese momento Prost no quería seguir compartiendo box con Senna y firmaba por Ferrari, produciéndose el intercambio de cromos que haría a Gherard Berger recalar en Mclaren. De este modo, Prost huía de una escudería campeona de la misma manera que Alonso 17 temporadas más tarde ponía pies en polvorosa para ir cuasi al mismo destino previo paso por Renault. “El Profesor” quería enseñar valiosas lecciones en Ferrari aunque las cosas no salieron bien ya que en Maranello estaban aún muy lejos del camino que marcaría la vuelta a la senda de la victoria. Por contra, el austriaco parecía llegar con su papel de escudero asumido y prácticamente habiéndose olvidado del accidente que bien pudo costarle la vida en la curva Tamburello, una curva maldita que se llevó en 1994 al que ya era su compañero de equipo y jefe de filas, Ayrton Senna.

De nuevo llegábamos a Suzuka y esta vez las tornas se cambiaban. Senna tenía todas las de hacerse campeón y Prost bastante había sufrido a la hora de bregar con un coche con el que nunca se encontró cómodo. Una colisión haría campeón a “Magic” y la misma se produjo en la primera curva, momento en que Prost tomaba la delantera y Senna, sin hueco, tal vez resentido por lo ocurrido el año anterior o simplemente por exceso de optimismo, buscaba el imposible impactando de nuevo los dos y abandono mutuo. Senna era campeón con la diferencia de que esta vez Balestre apenas entraría a juzgar la maniobra y el brasileño, a pesar de verse ya con su segundo entorchado, en ningún momento mostró efusividad alguna como si en su interior tuviera algún conflicto interno que le perturbara.
Curiosamente, producido este segundo incidente, se hubiera esperado reproches inmediatos entre ambos dada la tensión que genera el título y su relación nula. Pero cada uno tomo su camino y ni se hablaron más allá de posibles miradas acusatorias bajo su casco.


Curiosamente, Suzuka marcaba el principio del fin de una era para la Fórmula 1 después de ser testigo de la máxima rivalidad entre Prost y Senna. El francés abandonaba Ferrari en 1991 con más gresca que buenas palabras y un deficiente año que dejó el título expedito a Senna . Año en que también se acababa totalmente el dominio de Mclaren empezando el de Williams con el flamante fichaje de Alain Prost en 1993 después de su temporada sabática, vetando una posible incorporación Senna a los bólidos azules y empezaba a irrumpir paulatinamente Michael Schumacher.  Tal dominio de Williams hizo que Prost colgara el casco con el título bajo el brazo y la reconciliación definitiva con su némesis. 

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