La expectación que se ha generado por estos primeros tests de pretemporada era mayor que otros años, y no sólo por el motivo de ver a Raikkonen de nuevo en Ferrari, la pareja Pérez-Hulkenberg que tanto promete para Force India o el debut de Daniel Juncadella con el equipo de Vijay Mallya. Estos tests nos traían algo más y eran la oportunidad para ver por primera vez la revolución de 2014, los nuevos diseños o escuchar la entrada de los V6 que permitirán ver la F1 sin necesidad de protegerse los oídos. Lejos quedan ya los V10 y los V8 que hacían vibrar a los aficionados que decidían incorporarse a las gradas de Jerez desde varios metros antes de entrar al Parking.
Los coches serán bonitos o feos, eso lo dejamos a gusto del espectador. Pero si están demostrando escasa fiabilidad, y es que en unos entrenamientos tan importantes hemos visto no sólo que las escuderías han dado pocas vueltas (muy lejos de pasar el centenar por jornada), sino que las averías se suceden una tras otra. Una bandera roja y otra instantes después eran el pan de cada día, con especial atención a los motores Renault, frágiles como se ha visto en Caterham y Red Bull llevando las alarmas a Milton Keynes. Allí son especialistas en revertir las situaciones, pero el admitir que han tardado demasiado en ponerse a trabajar sobre este monoplaza y los numerosos problemas técnicos por los que apenas han rodado pueden hacer saltar las habladurías sobre si el reinado de Dietrich Mateschitz toca a su fin poniendo en peligro el dominio de Sebastian Vettel. 21 vueltas en cuatro días es un bagaje muy pobre. Que espabilen en Lotus porque los motores que montan darán quebraderos de cabeza y han perdido cuatro días vitales.
Estas pruebas también nos han mostrado la cara de la moneda. Los tiempos de Williams tienen que ser un canto a la esperanza de Grove, Kevin Magnussen apunta maneras aunque haya cometido algún error y el mencionado Daniel Juncadella da avisos de que no decepcionaría en caso de tener que cubrir una vacante.
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