Que han
llegado nuevos tiempos a Caterham salta
a la vista, y que las decisiones que se toman de nuevo vuelven a estar en boca
de todos también. Es una seña de identidad de Colin Kolles y el séquito que
siempre le acompaña en cada aventura dentro de la Fórmula 1 con su estilo nada
diplomático allá donde aterriza. Criticó al equipo Campos Meta cuando entró en
él para ser rebautizado como Hispania Racing con la compra del paquete
accionarial por parte de José Ramón Carabante. Tal vez no quiso percatarse de
que la escuadra española, al igual que el resto de las neófitas, sufría las
consecuencias de que la FIA finalmente no pudiera implantar el límite
presupuestario, lo que aunado a la crisis que empezaba a azotarnos hacía muy
complicado atraer inversores. Simplemente su discurso se basaba en palabras
como “desastre”, “desorganización”, “no tenían nada” y demás lindezas que
repitió en su llegada a Caterham para cargar contra lo que había mientras Kolles
sólo ha tenido una cosa en mente desde que está en este mundo. La subasta de
asientos que inició en Spyker recordando a los Yamamoto o la ristra de pilotos
jóvenes que hacían de probadores dejándose el dinero de sus patrocinios para
probar una o dos veces en un equipo que sería vendido posteriormente.
Simplemente,
el aterrizaje de Kolles, Albers y cía en Caterham parece un sin sentido en
cuanto a decisiones, prescindiendo de Rossi en su programa de jóvenes talentos
para incorporar a Giovesi o Berthon, entrando en conflicto al despedir a 40
trabajadores y una supuestas evoluciones del monoplaza verde que no parecen
tales en cuanto a rendimiento sin que se percaten que la décima plaza de
constructores es una quimera tras la exhibición de Bianchi en Mónaco. El
secreto ya no reside en las evoluciones, sino en una carrera loca que les aúpe
a la quimera.
Su
última noticia es la otra sorpresa de la semana junto a la oficialización de
Max Verstappen como piloto de Toro Rosso para 2015. Andre Lotterer reemplazará
a Kobayashi en Bélgica dando así una merecida oportunidad al triple campeón de
Le Mans. Quizás esta sea la menos discutible aunque la sensación que nos quede
es que el japonés ya se encuentra en el disparadero listo para ser lanzado en
cuanto sea posible fuera del box a sabiendas de que no garantizan la continuidad
de sus pilotos hasta final de la presente campaña, como si fueran los únicos
culpables del “anus horribilis” en Leanfield. Cuando el coche no da no da.
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