Llegadas
casi las 4 de la tarde hora española, muchos se iban a dormir la siesta,
comentaban lo ocurrido durante el Gran Premio de Bélgica. Ya ni valía la pena
cabrearse por otro vergonzoso Gran Premio de Mclaren y se debatía sobre el
reventón de Sebastian Vettel. Todo era tranquilidad y ambiente normal hasta el
despertar en la mañana de hoy. Nos encontrábamos una de esas noticias que nunca
queremos escuchar, accidente en la Indy Car. Sage Karam iba en la parte
delantera y se estrellaba contra el óvalo, la parte frontal de su monoplaza
salía disparada y golpeaba en la cabeza de Justin Wilson dejándole en coma y
estado crítico. Ahora, el ex piloto de Fórmula 1 se enfrenta a la carrera más
importante, la de su vida.
La
desgracia de Justin Wilson puede abrir y abrirá por enésima vez el debate sobre
si los monoplazas deben o no cubrirse. Lo cierto, es que ya llevamos demasiadas
tragedias y sustos en los últimos años. Empezando por la de Henry Surtees en
2009, que era golpeado en su cráneo por el neumático del accidentado Jack Clark
falleciendo horas después, y dos semanas más tarde, también temimos por Felipe
Massa en Hungría al impactarle una pieza desprendida del Brawn de Rubens
Barrichello.
Los
ejemplos citados son causa del infortunio, pero otros meros sustos podían haber
acabado mucho peor, sino, aún nos pone los pelos de punta observar el Lotus de
Romain Grosjean pasar a centímetros del casco de Fernando Alonso hace dos
temporadas precisamente en Spa.
Un
monoplaza cubierto perdería parte de su esencia de cara al espectador, pero
recordemos que la seguridad debe primar y si nos remitimos al resultado final,
cualquier LMP1 de Le Mans tiene similitudes con un F1 y así se aprecia cuando
son desmontados, por lo que esta medida podría salvar muchas vidas, incluso
Jules Bianchi podría estar ahora entre nosotros si su Marussia hubiera estado
cubierto y protegido.
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