lunes, 31 de agosto de 2015

Recordando a Jochen Rindt

FOTO: www.fanpop.com

Un año más llegamos a Monza, al templo de la velocidad. Uno de esos circuitos que apenas fallan en el calendario aunque las dificultades económicas, insulsos tilkódromos y petrodólares donde falta afición pongan en peligro mitos como la Parabólica.

Hablar de Monza es recordar a Jochen Rindt, único campeón a título póstumo cumpliéndose ahora 45 años desde el fatal accidente. Un Jochen Rindt que caminaba directo hacia el título con su Lotus. Ya en Cooper asombró en 1966 quedando tercero y en 1969 cuarto en la general en su estreno con Lotus. Por lo que 1970 se presumía como el año de su eclosión como piloto, y así fue. Únicamente un decimotercer puesto y tres abandonos emborronaban una temporada en la que carrera acabada, carrera que firmaba con victoria. Su camino hacia el cetro era cómodo, sin grandes obstáculos y dejándose ver como un piloto intratable sobre Jacky Ickx.

En los momentos previos a la clasificación, Jochen Rindt declaraba que tenía problemas al girar en una de sus ruedas, todo ello en medio de las críticas a Colin Chapman por supuestamente anteponer la velocidad de sus monoplazas a la seguridad.

Llegaba el momento de intentar buscar un buen sitio en la parrilla, ampliar la sutanciosa ventaja sobre sus rivales sin sospechar que la fatalidad estaba a punto de consumarse. Rindt se va recto en la parabólica e impacta fracturándose ambas piernas y clavándose piezas del coche tanto en pecho como en abdomen. Así que Rindt, gravemente lesionado, fue objeto de errores fatales y negligencias trasladándole al hospital equivocado, algo que le quitó cualquier posibilidad de supervivencia.  Denny Hulme fue testigo directo del accidente, afirmando que Rindt zigzagueaba en la recta, dando más peso a los argumentos de que ese coche no iba como era debido.


Tras Monza, donde abandonó Jacky Ickx sin poder recortar puntos, el belga saldó los grandes premios de Canadá, Estados Unidos y México con dos victorias y una cuarta plaza, insuficientes para superar al austriaco proclamándose este como el primer campeón post-mortem de la historia de la Fórmula 1.

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