Totalmente
verídico es que más de la mitad de la parrilla pasa por problemas financieros,
que los pilotos de pago se han convertido en un triste recurso a subsanar y que
las billeteras priman más que el rendimiento a la hora de firmar contratos.
Pero siempre es doloroso ver a un equipo agonizar lentamente como lo hace
actualmente Caterham.
Mucho
se habla de prolongar el contrato de Marcus Ericsson para la próxima campaña,
pero esas rúbricas muchas veces no son más que papel mojado cuando el fantasma
de la desaparición te persigue, sino que se lo digan a Pedro de la Rosa. Que
vivió desde dentro la muerte de HRT a pesar de haberse comprometido por dos
temporadas con la ilusión de ayudar a progresar a un equipo de su país.
Lo
cierto es que para Caterham ya vinieron torcidas las cosas antes de empezar la
campaña. Fueron claros y tajantes, si esta temporada no eran capaces de meterse
en zona de puntos habría que plantearse el cerrar el chiringuito. Y los peores
augurios se venían confirmando a medida que se les veía otra vez en la misma o
peor tesitura, siendo superados por los Marussia y sin saber aprovechar el
cambio más radical que ha dado la F1 en su historia. Y los nubarrones se
transformaron en tormenta cuando oficializaron la venta del equipo a Colin
Kolles. No podía ser, volvía el hombre experto en criticar con dureza y sin
educación las estructuras pasadas cuando entraba en un equipo, regresaba el
hombre que ninguneaba el talento de los pilotos que tenía el equipo para
anteponer las chequeras de otros a los que les sacaba el dinero de sponsors por
conducir o simplemente probar escasas veces el coche, regresaba el hombre que
nunca duraba más de un año allá donde estaba, de nuevo estaba presente el
hombre y su equipo de confianza por el que los empleados salían siempre
escaldados. Mejor dicho, volvía el caballo de Atila de la Fórmula 1 para que
por donde pasara la hierba no creciera más.
Tristemente, los peores pronósticos comienzan a cumplirse en forma de agonía lenta ante un equipo que empieza a necesitar de oxígeno para vivir. La primera mala confirmación ha llegado hace escasos días con la venta del equipo de GP2 a la estructura de Status GP, convirtiéndose éstos en la sexta escuadra que tendrá presencia en GP3 y GP2. Caterham pierde lo que fue.
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