Domingo de resurrección

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Las fechas han venido que ni pintadas para el paso delante de algunos de los equipos. Así lo ha evidenciado por ejemplo Ferrari. Habrá quien crea que el efecto de la dimisión de Domenicali ya se ha producido pero nada más lejos de la realidad, es imposible ver los cambios en tan solo una semana. Es más, dudo que los veamos antes de la próxima temporada. Pero sea como fuere, Fernando Alonso ha vuelto a tirar hoy de milagro y casta para acabar en el podio, manteniendo a raya a Daniel Ricciardo a sabiendas de que nada se podía hacer contra la todopoderosa Mercedes y un Nico Rosberg que empieza a dar atisbos de su clásica irregularidad a la vez que poco podrá vivir ya de la renta lograda en la carrera inagural. Hamilton le pisa los talones y se afianza como un piloto mucho más sólido que el teutón.

Y es que el tema de la superioridad de Mercedes sigue dando que hablar pero ojo, ya no se pasean como antes. Los Red Bull se acercan demostrando que su coche no era tan malo como parecía en pretemporada y dentro de ese box tenemos a Daniel Ricciardo, indudable revelación en lo que llevamos de temporada y Sebastian Vettel empieza a temerle seriamente al reconocer públicamente que no está pudiendo con él y el recibir órdenes de equipo en Shanghai para dejar pasar al australiano no parece agradar tampoco al cuádruple campeón del mundo. 

En el lado opuesto y sin desmerecer actuaciones brillantes como la de Bottas o Hulkenberg tenemos a Kimi Raikkonen, sufriendo mucho en su readaptación a Ferrari con un rendimiento muy por debajo de lo que se podía esperar de un campeón del mundo y Mclaren, que se diluye como un azucarillo en mitad de la parrilla así como el efecto Magnussen. Del equipo Sauber así como de una probable mejoría de Caterham o Marussia con el cambio de reglamento nada se sabe y de Pastor Maldonado, sin noticias. Si algo salva los muebles mínimamente en Lotus es Romain Grosjean.