Un año
más, la prestigiosa F3 regresaba a Macao y con un cartel de pilotos nada
despreciable. Había ganas de ver a todos ellos en acción, luchar en un angosto
trazado urbano donde el margen de error es cero como se vio hoy en la primera
vuelta con la correspondiente montonera.
Algunos de esos pilotos han demostrado un gran nivel y otros han naufragado como es el caso de Antonio Fuoco, siempre en puestos retrasados e impropio para alguien que está siendo formado por Ferrari. También, como no decirlo, había ganas de ver a Álex Palou en su primera gran cita después de su gran actuación en el European F3 Open. Buen papel para el catalán, calificando no lejos de Roberto Merhi y sobreponiéndose a su fiasco en la carrera de calificación del sábado.
Algunos de esos pilotos han demostrado un gran nivel y otros han naufragado como es el caso de Antonio Fuoco, siempre en puestos retrasados e impropio para alguien que está siendo formado por Ferrari. También, como no decirlo, había ganas de ver a Álex Palou en su primera gran cita después de su gran actuación en el European F3 Open. Buen papel para el catalán, calificando no lejos de Roberto Merhi y sobreponiéndose a su fiasco en la carrera de calificación del sábado.
En
cuanto a la prueba en si poca historia en la primera posición. Rosenqvist
controló en la reanudación tras la montonera, impuso un ritmo alto de seguir
tanto para Nick Cassidy, piloto que probablemente haya sido la revelación de la
prueba y Lucas Auer, que tuvo que rodar mucho tiempo detrás del neozelandés
esperando su momento a sabiendas de que la distancia con Felix era insalvable. Y
de esta lucha no pudo beneficiarse Roberto Merhi, cuarto en un final de cerrar
puertas a Nicholas Lafiti, un piloto muy a tener en cuenta gracias a su final
de menos a más en World Series y que en Macao también ha dado la talla.
Si
analizamos a más grandes nombres, no podemos obviar a Max Verstappen. Su
inexperiencia anda a la par de su gran calidad, y esa inexperiencia es la que
le hizo el sábado cometer un error en la carrera clasificatoria impidiéndole
luchar por la victoria final. Aún así, nos hemos divertido mucho con él en su
afán de marcar vueltas rápidas a la vez que remontaba hasta acabar séptimo
acosando al incombustible Stefano Coletti. “Habemus talento” (sin que se
interprete como blasfemia para los más religiosos) se podía repetir al verle pilotar.
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