Así
reza el título de una película protagonizada por entre otros Linda Fiorentino.
Y eso es lo que ha llevado a Marcus Ericsson a Sauber. Precisamente en plena
ebullición sobre las dificultades monetarias que atraviesan las escuderías de
zona media de la parrilla, la ausencia de Caterham y Marussia así como el
debate de la implantación de un tercer coche por equipo que además avivaría a
límites insospechados la Silly Seasson.
Sin que
Ecclestone o Jean Todt hagan nada por frenar esta hemorragia para muchos
equipos, no queda otra para subsistir que mirar las carteras y no las manos de
aquellos que optan al volante. La subasta ha quedado abierta para que pujen los
que más tienen y la primera se la ha llevado como hemos dicho más atrás Marcus
Ericsson. Un chaval sin palmarés destacable en categorías de base y que en su
debut con Caterham ha ido de menos a más pero siempre superado no sólo por
Kobayashi, sino que Lotterer en Bélgica y Merhi en varios libres le han batido
con relativa facilidad. Y es ahí cuando entran en juego las billeteras de las
que se estima que en el caso de Ericsson han salido entre 14 y 20 millones de
euros llevándose un volante más competitivo que el actual sin tener que
demostrar nada interesante mientras hablaba hasta con cuatro escuadras. Maldonado
con su renovación y el propio Ericsson han abierto la veda de las citadas
subastas, ¿cuál será la siguiente?
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