lunes, 9 de diciembre de 2013

Y después, ¿qué se les ocurrirá?



FOTO: www.motorafondo.net

Hay quienes dicen que la Fórmula 1 empieza a morir, que la emoción se disipa cada año y que los máximos mandatarios no hacen más que dar palos de ciego. Y razón puede no faltarles en vista de lo que llevamos oyendo estos últimos años. Desde las medallas de Ecclestone hasta su lluvia artificial (no sabemos para qué si con unas gotas paran) pasando por los inaceptables cambios de reglamento a mitad de temporada o vacíos dentro del mismo que condicionan un mundial como ya ocurriera en 2009. Hagamos memoria y veremos desde la prohibición del Mass Dumper de Renault en 2006 al Pirelligate de 2012. Entre medias también acostumbran a sacar ases de la manga para trucar el reglamento según les convenga como ya ocurrió en el vibrante Gran Premio de Bélgica 2008. Hamilton cede la posición tras saltarse una chicane y en la siguiente curva ataca a Kimi Raikkonen. El británico fue sancionado inventándose en aquel momento que no podía atacarse a la curva siguiente si se cedía la posición.

¿A que viene esta crítica?. Pues simplemente al nuevo paquete de normas que nos ha endosado la FIA, coronándose con el hecho de que en la última prueba en Abu Dhabi el ganador puntuará el doble (50 puntos). Tal vez si se dejara de mimar a ciertos equipos o permitir lo que se permite no haría falta llegar a semejante disparate. O el tope presupuestario que se quiere introducir en 2015 y más vale que sea consensuado si no quieren vivir otra amenaza de escisión como en 2009. Pero parece que para los máximos organismos del automovilismo no quieren complicarse la vida, y en lugar de buscar alternativas como hace varias décadas en las que un equipo modesto podía comprar el chasis de otro equipo mayor de un año anterior, pues se mete ahí el tijeretazo mientras seguimos aguantando carreras exóticas y un calendario excesivamente cargado para regocijo y negocio de los de siempre.

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